Los exploradores del pasado tardaban meses o años en llegar a las regiones más agrestes de nuestro planeta. Hoy en día los avances tecnológicos y el desarrollo de las vías de comunicación nos permiten viajar, en unas cuantas horas, de los desiertos más candentes hasta las selvas más exuberantes, o desde las zonas montañosas de nieves perpetuas y cerrados bosques templados, hasta los pantanos más intrincados y las cálidas costas bañadas por aguas cristalinas.
Sin embargo, lo que más sorprendería a los exploradores de antaño es que todos estos sitios podrían visitarse dentro de un mismo país: México.
Pocas personas se han detenido a reflexionar sobre esta privilegiada situación en que se encuentra nuestro país, ya que muy pocos saben que la fauna, la flora y los ecosistemas del planeta no están distribuidos de manera uniforme sobre la superficie terrestre, sino que hay ciertas regiones, como en México, cuyas especiales características han propiciado una mayor diversidad ecológica, y a lo largo de las costas, montañas, mesetas y cañadas, pueden encontrarse prácticamente todos los tipos de ecosistemas conocidos mundialmente.
Durante su historia geológica, el territorio mexicano ha sufrido una serie de cambios que dieron como resultado su accidentada topografía, lo que junto a su ubicación en el continente americano determinaron también una gran variedad climática.
Todos estos factores no sólo han influido enormemente en la distribución y riqueza de los ecosistemas aquí establecidos y, por consiguiente, en la variedad de plantas y animales que constituyen nuestra fauna y flora silvestre, sino que han determinado muchas de sus características.Por ejemplo, los científicos han dividido los continentes de nuestro planeta
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